martes, 18 de diciembre de 2012

Realidad

Recuerdo cuando estaba aún estudiando en el liceo y sentía esa sensación de que nada puede afectarte, de que las cosas que dicen sólo les pasan a otros y nunca te tocarán. De mis compañeros de clases, la mayoría los tengo agregados en facebook, aunque no hablamos mucho ni soy muy cercana con ninguno, pero sé más o menos de la vida de todos. Muchos, como yo, tienen hijos, dos se declararon gays, unos se fueron a vivir a Europa, otros a Canadá, Chile y muchos aún siguen aquí en Venezuela. Creo que lo que más me impresionó es saber, de nuevo, cuán delicados somos. Uno de mis compañeros, me enteré ayer, iba en su moto y se lo llevó por el medio un taxi, se encuentra delicado y el pronóstico es muerte cerebral. Que triste, más pensando que tiene una beba que creo no cumple aún el año de vida. Cuántos destinos diferentes y cuántos rumbos toman las vidas de las personas a nuestro alrededor. Pues no soy una persona extremadamente sentimental con la muerte ni nada por el estilo, pero me pegó su situación. En mi camino tampoco he dejado mucha gente atrás, mis abuelos que por orden natural les tocaba el viaje primero, un primo de mi edad y un amigo de la uni al cual le tenía mucho cariño y decidió terminar su camino con una soga.

Me llama la atención, siempre, ahora redundando sobre la muerte recordé una anécdota de mi abuela. Ella falleció cuando yo tenía 15 años de edad (mi abuela paterna) y había sufrido una serie de infartos desde que recuerdo, hasta el punto que tenía la mitad del corazón muerto en sus últimos años de vida. Pero cada vez que tuvo una experiencia cercana a la muerte, aunque era muy niña, recuerdo entre las conversaciones con mi papá escuchar que decía que la habían visitado. Una vez recuerdo que fue su madre (mi bisabuela), otra vez creo que mi abuelo y una tercera vez un hermano. Siempre contaba que les decía que aún no, que le faltaba aún vivir un tiempito más. Primero quería ver el bautizo de sus nietos, luego la comunión y decía que las bodas. El tiempo que le concedieron alcanzó hasta las comuniones de mis primas, sus nietas más pequeñas. Bueno es un punto que siempre me llamó la atención. 

Au Revoir

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